lunes, 13 de mayo de 2013

Un grito de una madre desesperada

Carmen es una madre de 37 años, tan querida como especial. A pesar de una minusvalía que en absoluto le impide ser madre, la Junta de Andalucía le quiere quitar a sus dos maravillosas hijas.


Vicky y Joanna ( no son sus nombres reales) tienen 3 y 1 año respectivamente. Viven felices ( y lo sé porque diariamente las veo) en La Palmilla. Su padre, conocido popularmente como El Quijote, tuvo un problema de adicción, que ahora está superando. Por supuesto, el bienestar de las menores es lo primero, motivo por el cual se encargó un informe a Servicios Sociales.

El mencionado informe está plagado de mentiras, puesto que yo mismo he acudido a la casa, y he comprobado que es falso, por ejemplo, que no tengan agua ni luz. Otra cosa es que no puedan pagar el agua y la luz. Pero tenerla, la tienen. Lo que necesitan es ayuda.


Carmen cuenta con el apoyo incondicional de todo el barrio. Todos los días lleva a sus hijas a la Guardería, y después acude a Er Banco Güeno. Cuenta con una pensión por su minusvalía, pero el barrio le ayuda también económicamente para asegurar el bienestar de las menores.

El único problema que tiene ESTA FAMILIA es la enfermedad del padre. Por eso Carmen necesita que la Junta de Andalucía le acoja a ella y a sus hijas en uno de los pisos que tienen con este fin. Carmen ha desarrollado un profundo instinto maternal, y está capacitada para ser madre. El problema para la felicidad de las menores es el entorno de Carmen, el problema no es Carmen. Es la solución. Pero si a su limitada capacidad le unimos un entorno hostil y una Administración Pública que no sabe, o no quiere, encontrar la mejor solución, el resultado será un drama, cuyo único responsable será la Administración Pública que no ha sido capaz de cumplir con su cometido.

Porque Carmen necesita ayuda, no que le roben a sus bebés y que una ONG cobre 1,200 €uros al mes por haber destrozado una familia.  

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