Del
5 al 9 de julio de 1999 unas 600 personas incluyendo eurodiputados e
invitados, participaron en congreso del Partido Popular Europeo,
celebrado en el Hotel La Quinta de Marbella, propiedad de la familia Pascual, del conocido grupo Leche Pascual.
Asistieron
los 225 eurodiputados del Grupo Parlamentario del Partido Popular Europeo, quienes
votaron la Comisión europea presidida por el conservador Durao Barroso, quien permitió a Leche Pascual comercializar sus productos lácteos
pasteurizados como si de yogures se tratara.
El Congreso estuvo presidido por el entonces secretario General de los populares europeos, Alejandro Agag, quien aparece en la contabilidad
B de la trama Gürtel como receptor de fondos, que todavía no ha
justificado. Alejandro Agag, fue nombrado secretario general del PPE,
a instancias de su futuro suegro, José María Aznar tras conseguir
la integración de los diputados de Berlusconi El propio Aznar y
Berlusconi ofrecieron un mitin en Torremolinos durante el Congreso.
El
congreso fue presentado por el portavoz de los eurodiputadosespañoles, Gerardo Galeote, imputado en la Operación Gürtel, por sus gestiones en la agencia Pasadena Viajes, S.L. empresa que organizó el evento. Galeote era portavoz del Grupo, a pesar de quien fue elegido uno de los últimos de
la lista europea puesto
que iba en el
número 22 de la candidatura.
Según manifestó el secretario de Galeote en 1999, las facturas del encuentro las pagó el Partido Popular Europeo y no el Partido
Popular español. No obstante, hemos contactado con tre importantes
dirigentes del Partido Popular Europeo para solicitarle dichas
facturas, que no han sido capaces de enviar.
Todos
los protagonistas vivieron tras el Congreso un autentico año de
euforia. Arenas era Secretario General del Partido Popular y compró su duplex en La Quinta a la familia Pascual a la que favoreció el gobierno con su cambio de legislación, apenas 2 meses después en condiciones muy beneficiosas. Alejandro Agag se
casó con la hija de Aznar, en una recordada celebración que también
organizaron Correa y sus
La
polémica llegó al Parlamento Europeo, cuando se preguntó a la
Comisión Europea dirigida por el conservador Durao Barroso, el
motivo por el cual se autorizó a Leche Pascual a utilizar la
denominación “yogur” en sus productos lácteos, en contra de la
sentencia del Tribunal de Justicia de las comunidades europeas que
dictaminó en julio
de 1988 que la palabra yogur no puede utilizarse en los productos
pasteurizados, puesto que se han eliminado las bacterias vivas
(conocidas popularmente como bifidus activo).
A raíz de la sentencia, el ejecutivo comunitario dictaminó que
"Un
Estado miembro podrá denegar legítimamente a un producto que, tras
haber sido sometido a un determinado tratamiento, ya no contenga
bacterias vivas la denominación de yogur o cualquier otra referencia
que incluya la denominación yogur".
Fuentes
de los entonces eurodiputados nos han señalado la insistencia con la
exigieron desde el Partido Popular la protección de la legislación
favorable a Leche Pascual que permitía comercializar sus productos
lácteos como yogures.
El
13 de febrero la
comisaria conservadora europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel,
cambió de posición y zanjó la polémica dando razón a Leche
Pascual y los Parlamentarios del Partido Popular Europeo asegurando
que “España
tiene derecho"
a establecer normas nacionales distintas a las europeas en esta
materia” a pesar de que los euro-parlamentarios del Partido
Socialista Europeo manifestaron que el decreto español "crea
confusión entre los consumidores".
Así,
Leche Pascual ganó, en principio, las batallas del yogur en los
parlamentos y en los tribunales, puesto que la Sentencia de la Sala 3ª, de lo Contencioso - Administrativo del Tribunal Supremo de 13 de Octubre de 2005 dio la razón legal al Gobierno, permitiendo la
arbitrariedad administrativa a la hora de cambiar la ley y calificar como “ yogur”
lo que en realidad no lo es. A pesar de haber gastado tantas decenas de millones de euros (en abogados, claro) Leche Pascual perdió la guerra, puesto que los
consumidores dieron la espalada al producto, que resultó un
auténtico fracaso comercial.
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