martes, 17 de diciembre de 2013

A todos los integrantes de Er Banco Güeno, carta abierta de una amiga mientras desayunaba.


Alimentar el alma es tarea ardua y costosa, el alama insaciable precisa de algo más que oxígeno para respirar, más que alimento para subsistir, las almas desnutridas y famélicas andan errantes, sin rumbo.

En esto lugar, en este Banco en el que ya no se firman cheques, ni se realizan préstamos, en este banco en el que ya no se embargan vidas ni se hipotecan sueños, habéis conseguido saciar algo más que el hambre de los relegados a comer aquello que otros se les desborda de las mesas. 

Habéis logrado, no sólo llenar el estómago, lobo voraz, que no se alimenta de promesas, sino que además habéis llenado y nutrido el alma y el corazón de la barriada, cocinando con los mejores ingredientes: Ternura, cariño, honestidad y humildad. Habéis acompañado cada plato de eso y el menú final es una maravillosa obra de humanidad. Suculenta y deliciosa.

Sois el ejemplo de la sociedad civil, armada y sin armas, empoderada con sus limitados recursos, puestos al servicio del reparto. También repartís vuestro tiempo. Aquel bien tan preciado, porque es algo que no se recupera. 

Repartís vuestras sonrisas con olor a café y tostadas. Vuestra escucha, vuestras sinceras palabras de todos los que a vosotros se acercan

El mundo quiere ser comprendido. Las injusticias quieren ser abolidas, las riquezas quieren ser repartidas... el mundo quiere ser algo mejor. Y va encontrando personas como vosotros que dais vuestra mano a quien sólo tiene llagas que ofreceros. Hacéis este mundo un poco soportable. Lo convertís en un lugar claro y apacible.

Ahora que habéis cumplido vuestro primera año, os quiero agradecer en nombre de todos los que hemos pasado por aquí el que hayáis preparado, no sólo el sustento del cuerpo, también el sustento del corazón. Porque vuestro corazón sonríe y vuestras manos acompañan.

El humilde, que aun hambriento piensa en ayudar a toro hombre, es la muestra más nítida de la evolución de la especie

A los mejores cafés hervientes de ilusión, capuchinos de la entrega y del amor. A Joaquin, una comensal con todo el amor que le habéis dado.

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